Este balance entre, llamémoslo, luz y
oscuridad es algo muy habitual, al menos en la sociedad adolescente. Pues, en
ese momento de nuestra vida, somos seres inestables, cambiantes, hoy te
queremos con locura y en un par de días... te odiamos.
Me parece desolador a la par que
interesante. Desolador porque, al hacer eso, no nos damos cuenta de la
inestabilidad que podemos crear en las personas a las que dirigimos esos
mensajes contradictorios, el daño que podemos causar es lo que olvidamos.
Interesante me parece porque esa inestabilidad que creamos en otro es el
reflejo de lo que tenemos por dentro, de cómo nos sentimos: si tememos a esa
persona, si nos da vergüenza, si tenemos envidia de ella, si estamos pasando un
mal momento... Por eso perturbamos a los demás, para que no vean nuestras
propias inseguridades.
"Todo tiene un por qué y si lo
hayamos, hallaremos la solución."