Si todo fuera tan fácil como agitar una barita mágica, tan fácil que con solo desear algo se hiciera realidad... Qué fácil sería todo ¿verdad?, y con que facilidad se solucionarían todos los problemas; pero esto no es así ¿por qué? Porque si todo fuera tan fácil la vida perdería parte de su significado.
Es verdad que, en nuestra vida, siempre encontramos obstáculos: unas veces son tan pequeños que ni nos tenemos que esforzar mucho para superarlos, otras veces tan grandes que parece que por más que lo intentemos nunca los superaremos; y la verdad es que a nadie le gustan estos obstáculos, ya sean grandes o pequeños, pero la vida no sería igual sin ellos. Pues con cada obstáculo, ejercemos un esfuerzo que se ve recompensado cuando lo superamos. Pueden parecer agotadores, podemos estar hasta las narices de ellos pero ¿y cuándo los superas? Te invade esa sensación de alegría, de conquista, pero no es solo esa sensación, también todo lo que a pasado mientras lo superabas, las personas con las que te has topada, cosas que has aprendido y que siempre irán contigo... Es verdad que fastidian, que pueden parecer interminables... pero si te esfuerzas, al final hay cosas muy buenas.
Si la vida no tuviera esos obstáculos sería muy aburrida: seria una recta que se inicia en un punto y acaba en otro sin más, un segmento; por eso aunque nos jorobe tiene que haber obstáculo, sin ellos la vida no sería la gran aventura que es.