¿Qué pasa cuándo sacas a un animal salvaje de su jaula, de los barrotes que, tanto, lo aprisionaban como lo protegían del mundo?
Que mis pies ya no sientan asfalto, tierra, grava o hierva; que mi aliento se una al viento y que me despoje de mi ropa, de mi piel, de mis tejidos y huesos; que mi corazón pueda por fin ser libre, estallando en paz, librándose del dolor que tanto lo oprime, para resurgir, cual Ave Fénix, y ser parte del mundo...
Siempre quise volar, pero me daba miedo cruzar el umbral de mi querida y acogedora jaula...