Es verdad, cuando
pierdes algo, a alguien, te das cuenta, en verdad, de lo importante que era, de
que realmente lo necesitabas a tu lado, pero como ya lo tenías no lo echabas en
falta...
Es una cruel realidad, pero no somos más maduros que
aquel bebé que tiene todo lo que puede pedir, y eso que todavía
no sabe hablar. El bebé no se da cuenta
de sus "juguetes", prefiere lo de otro, hasta que alguien decide "jugar con sus juguetes". Entonces se da
cuenta de que puede perderlos y llora para que se los de vuelvan, porque él no
ha sabido cuidarlos, defenderlos, y se los han, digamos, "quitado".
No, no hemos madurado en ese aspecto, al menos, yo, en
sus momentos, no lo hice y, ahora, me arrepiento. Ni sí quiera quiero saber si
ahora soy madura en ese aspecto. Porque, cuando eres mayor, cuando te “quitan” a
alguien, significa mucho más que cuando eres bebé. El llanto no te
servirá de nada, con nada conseguirás recuperarlos...
Cuando una persona “se va”, “se va” para siempre.
Se
fueron, no sabrás muy bien a dónde, pero el caso es que ya no estarán a tú
lado... Solo quedarán las preguntas:
¿Aprovechaste bien el tiempo? ¿Supiste hacerles
saber lo importantes que eran para ti? ...
O eres tan mezquino que te has dado
cuenta ahora, que ya no están y no volverán, de que eran grandes personas para
ti, de lo importantes que son...
Nunca has de desaprovechar ningún momento con alguien
a quien aprecias, aunque sean pocos segundos, aprovéchalos.
La vida es efímera, cruelmente corta, pero un
magnífico Don. No la malgastes, compártela, disfrútala con quien más quieras y
haciendo lo que quieras, no pierdas ni un segundo.