Promesa de reencuentro, noche de desvelo. Un llanto desordenado, ahogado, llena la oscuridad con el mar de lágrimas que solo una mirada podrá secar.
Contemplarte así, en tu profunda tristeza, no me es grato, para nada, verte de tal manera. Pero tu sola has de saber que ese mar tuyo no tiene lugar, y cuando te des cuenta de ello otra vez el sol saldrá, secará tu mar de lagrimas y te devolverá la alegría que ese idiota te quiso quitar. Más solo tu sola, de ello, cuenta te has de dar.
Mi ángel caído, alza el vuelo ya, sécate los ojos y deja esa isla perdida en tu mar. Contempla el mundo real, mi querida estrella fugaz.