09/12/2022

La Canción Del Fénix

 

Sabía que el día llegaría… 


Volver a ver el paisaje, pero con distintos ojos...







Tan perdida y con las alas rotas, tenía voz, pero no podía hablar. 
Incluso, ahora, me cuesta volar... 

 






Vio caer el fruto, que guardaba las semillas, paciente, desde el camino... 















Un grito que trataba de esconder, atrapado en mí, retorciéndose tan fuerte... Me devoraba por dentro…


Están guardados a fuego en mi memoria, no me dejan dormir.


Esos recuerdos, los tengo atrapados en mi cabeza, son espinas bajo mi piel. Como los cuervos que abarrotan, alborotan y destrozan las copas de los árboles... mientras que estos, sólo quieren crecer...


Llenan los silencios, viajan conmigo a través de los días...




Y, no quiero que se callen ¡No me importa quién los oiga! No me importa que se oigan... Tengo que sacarlos... En mi corazón, el trastero tapiado, estalló. Mi mente es ahora, una locura ruidosa; no me quiero rendir dentro de ella, no voy a perderme en este caos. Tomándolo con calma; constancia, determinación y tiempo; me encuentro a mí misma. Escribiendo, dibujando, paseando... El trastero se va organizando, dejando de ser una catástrofe bulliciosa, poco a poco, ya no temo.



La vida es tan solo un viaje, lleno de paisajes. Caminar sobre brasas, nadar entre tiburones... Una pequeña parte, aunque, cierto es que:


 "Nunca sabremos lo alta que es una montaña, 

sí no la miramos desde abajo."





He buscado por todas partes y nunca lo he encontrado… El porqué, nunca apareció, pero, ahora ya, no lo necesito.

Recuerdo cuando pensé en sí hice lo correcto... Hasta que no dejas de luchar, no te paras a observar y, es entonces, cuando el camino aparece ante tus ojos. Ahora estoy segura, lo hice, ella lo hizo.


No me importa estar rota, yo quiero volar…

No dejará de doler hasta que no lo intente…

Todos tienen sus platos sucios…

Sí ella fue fuerte, yo debo serlo, por ella, por mí, por nosotras...

Ya no soy quién fui, ya no estoy perdida... 

Ahora sé quién soy, y a dónde voy.



Arrojada al abismo, me defendí como pude... 
La línea se cruzó, la inocencia se perdió, y empezó la lucha...


Ahora tengo voz, como el rugido de un león;
mis alas, aunque con cicatrices, pueden volar,
y lo hacen, alcanzan el cielo. 

Las nubes son tan suaves... Me siento tan ligera como ellas, por fin...

SOY LIBRE


10/11/2022

Animal salvaje

 ¿Qué pasa cuándo sacas a un animal salvaje de su jaula, de los barrotes que, tanto, lo aprisionaban como lo protegían del mundo?


No me acuerdo de cómo se camina entre personas, sólo quiero correr, perseguir la luna hasta el amanecer y el sol hasta el ocaso, no detenerme... Como un caballo salvaje, como un tigre enrabietado. 


Que mis pies ya no sientan asfalto, tierra, grava o hierva; que mi aliento se una al viento y que me despoje de mi ropa, de mi piel, de mis tejidos y huesos; que mi corazón pueda por fin ser libre, estallando en paz, librándose del dolor que tanto lo oprime, para resurgir, cual Ave Fénix, y ser parte del mundo...


Siempre quise volar, pero me daba miedo cruzar el umbral de mi querida y acogedora jaula...












Atlantia, el templo de Atlantis

 Un lugar al que acudir cuando necesites estar solo... El lugar donde tus pensamientos se tornan tranquilos, como las aguas de un río manso, tus recuerdos sean claros como la luna llena de septiembre... Y tus temores desaparezcan arrastrados por la brisa, tan dispersos por el cielo estrellado, que se acaben disipando.

Allá donde vayas cuando estés perdido, sea real o ficticio...

 Tu refugio es.


Hace años pinté mi refugio, fue un regalo para alguien muy especial... Ella no pudo disfrutar mucho tiempo de la pintura, aunque sí disfrutar de Atlantia... Siempre que necesito tiempo, siempre que voy a mi refugio, nuestra Atlantia, ella está allí... En lo alto de las escaleras, apoyada en una de las grandes columnas del templo, me mira sonriente y me abre sus brazos... Con un simple vistazo a la pintura, y ya puedo sonreír al mundo.





19/09/2022

Soledad

“Estar solo, no es lo mismo que sentirse solo.”

Lo primero es una elección, en su mayoría, y es algo externo... Lo segundo es un sentimiento, algo que ocurre dentro de nosotros.

Puedes estar solo, y no sentirte solo; también, puedes estar rodeado de gente, y sentirte más sólo que la una.




La soledad, como sentimiento, es algo aterrador:

Es un vacío doloroso. Como un agujero negro en tu interior, a la altura de la boca del estómago, que arrastra todas las entrañas hacia él, haciéndolas desaparecer, expandiéndose por todo tu cuerpo, te deja vacío pero lleno de dolor. Como un huevo hueco, un cascarón andante… El exterior se queda intacto, aparentemente, aunque, sí observamos, de verdad, podremos ver unas finas grietas. 




Tu cuerpo, por dentro, es como una cueva. Los estímulos externos, generan un débil eco que resuena dentro de ella, una honda que, al chocar contra las paredes de esta cavidad, hace que se retraigan sobre sí mismas, como el hambre, pero por todo el cuerpo, te devora. 
Igual que las cavernas supuran agua, con el gota a gota que forma las preciosas estalactitas y estalagmitas, nuestros ojos supuran el dolor a través de nuestras lágrimas.


Aunque, la verdad es que, por más que trates de expresar, de sacarlo fuera, no puedes… Es lógico, ¿cómo vas a sacar fuera el vacío? ¿cómo vas, ni tan siquiera, a tocarlo? pero, entonces, ¿por qué puedes sentirlo?





Ahora, una cavidad hueca, pero viva, por dentro… Por fuera, escayola quebradiza, una carcasa más fina que el papel. Nada se ve, nadie percibe…




Nadie se atreve a mirar en los ojos de las personas con soledad, 

es aterrador asomarse al vacío.