10/11/2017

Trastolillo, El Buscador de Sueños


El Buscador de Sueños no necesita puertas cerradas; sólo un granito de arena del que crear una montaña, un rayo de luz blanca del que sacar infinidad de colores... Una mota de polvo en pleno universo, de la cual partir, para hacerla estallar, y crear incontables cosas, de las que poder, a su vez, de nuevo, crear.

Solo un vistazo, ni siquiera ha de ser real... Y él te prestará su magnífico talento, sin duda, para crear.




Pero... ¿Quién es este personaje tan vivaracho y persistente? ...

Hay quién cree que es una cualidad, imaginación, creo, que lo hacen llamar... Otros, más bien, dicen que es como un Don, algo que muy pocos tienen, o que muy pocos son capaces de desarrollar... Otros lo llaman Musas, y, de forma más culta, inspiración; dice que su "toque" no es permanente, sólo llega en determinados momentos, en los cuales, un consejo, hemos de aprovecharlo.


No sé yo muy bien que será este Trastolillo, el cual ha veces me hace crear grandes cuadros y escritos... Siendo verdad que, en un principio, nunca tienen pies ni cabeza, aunque al final, siempre, hayan sentido.



¿Qué será? Sensación, Don, inspiración, Musas... Trastolillo... Vaya un travieso mi amigo, pues no se atreve a obnubilarnos y adularnos con su locura, para así poder llevar a cabo su razón, cuando nunca se nos ha presentado... ¿Será esto parte de su irresistible encanto?



Oh! Buscador de Sueños.
Tú eres el sabio,
y yo la ingenua;
Tú eres el maestro,
y yo tu pupila.


Tú abres mi mente al mundo.
Tú me haces ver,
a mí, que estoy ciega;
Tú me haces sentir;
a mí, que nací sin tacto.


Tú mueves mi mano;
Tú guías mi trazo;
Tú me dictas las palabras;
Tú escoges los colores;
Tú, Tú, Tú...




A travé de mí,
tu devota sierva,
Tú eres quien crea...



Capaz de generar objetos inimaginables,
mundos nuevos y desconocidos
obras inconmensurables...

Motas de polvo,
de las cuales partir,
para CREAR.



06/11/2017

Pasaje VI-VII: -Quiero ser pequeña, tan pequeña que nadie pueda verme.




Estando en mi querido primero o segundo de primaria, recuerdo, ahora, un momento que fue guardado y cerrado bajo llave por aquellos años de mi infancia...

El aula era simple y cotidiana, un rectángulo. Los alumnos nos sentábamos por parejas al fondo de la clase, en cuatro filas. Desde nuestra posición, la puerta quedaba al frente de la clase, en la pared que estaba a nuestra izquierda, seguida de los armarios. Justo enfrente de la puerta, casi rozando la pared derecha, la mesa del profesor, y en esa misma pared, cuatro ventanas altas, inalcanzables para los niños. Siempre, desde el umbral de la puerta, se veía la mesa del profesor y pegadas, enfrente de ella, las mesas de la pareja de alumnos "estrellas" de la clase. Opuestas, de modo que no se veían si no entrabas en la clase, mi mesa, junto a las de los compañeros extranjeros que no sabían español (éramos los problemáticos y malos, según el profesor). 

Prefería ese sitio, la verdad, al que me tocó después, para el resto del curso: Pegada a la mesa del profesor por mi derecha, y a mi izquierda, por fin, una amiga. Parece ser, que varios profesores, madres, etc. Se quejaron de su manera elitista de clasificarnos (Siempre separaba la clase en sus favoritos "los mejores, los normales, y los problemático-malos estudiantes." Todo según su criterio), y más personalmente, por tenerme como cero a la izquierda, cuando era una niña que en su vida había roto un plato. 

Es verdad, siempre he sido el estereotipo de alumna ideal: Buena estudiante, callada, atenta y obediente. Hacía lo que me mandara los profesores sin rechistar, nunca me peleaba, y por esos tiempos era de sobresaliente, y siempre humilde y buena con todos.

Bueno, continuando con la clase, entre medias de la puerta y la mesa del profesor, estaba la pizarra, también conocida como el sitio de exposición, aunque en estos cursos se exponía más a los alumnos que trabajos o ejercicios.

Recuerdo el color de las paredes como si estuviera allí, el amarillo pálido del gotelé, junto con el verde de las mesa, los armarios y la pizarra nunca han pegado con el marco rojo de metal de la puerta y las ventanas.




      Ahora, Citando a la gran obra "El Conde Lucanor", "he aquí lo que aconteció":



Como ya había terminado mis ejercicios, me puse en la fila, a la mesa del profesor. Nos corregía los ejercicios uno a uno, delante de todos. Estaba muy contenta, había terminado casi al mismo tiempo que los "listos", sólo estaban por delante de mí, en la fila, tres de ellos, incluso detrás de mí estaba el último de los "listos" de la clase. Detrás de este se hallaban más alumnos de la clase, ninguno de ellos del grupo al que yo pertenecía... Más de la mitad de la clase seguía en sus mesas:

-(¿Serán tan difíciles? ¿A lo mejor los he hecho mal? Creo que no debería de estar aquí...).

Ya ves tú, si hasta con 20 años me sigue poniendo nerviosa la espera de una nota o una corrección, teniendo 6 años y en esa clase... Pues tenía miedo, era una niña que sólo quería agradar).

El chico que va delante de mí, mi amigo José, se ha dado cuenta de que estoy nerviosa, y se ha puesto a hablar conmigo y con el de detrás de mí, en susurros, para que no nos castiguen:

 -Estos ejercicios están chupados, seguro que hoy salimos todos al patio.
 -Sí, a ver si empezamos todos a la vez el partido, que luego es un lío de equipos. 
-Yo creo que voy a jugar a los torillos. 
-Sí, yo también. 
-Que aburrido José, nunca juegas al fútbol. 



Pues una conversación normal de niños de 6 años, los cuales muchas veces salían al patio sin el resto de sus compañeros porque no lograban hacer "bien" los ejercicios. Sólo se podía salir si el profesor te daba el visto bueno... La verdad que no me pasé muchos recreos enteros en clase. A mí me dejaba salir dos o tres minutos antes de que el recreo terminara. Pero siendo niño, aprovechas bien el recreo, por pocos minutos que tengas. 

Me gustaba jugar a los "torillos", como un alto o un pilla-pilla: Tienes que pillar a tus compañeros, pero si están subidos a algo, sin tocar el suelo, no puedes pillarlos. Lo llamábamos "torillos" porque para empezar el juego siempre "sacábamos al toro", cantábamos una canción al que le tocaba salir, creo que decía algo así: "-Prepárense todos, porque este toro va a saaalir, por la puerta del tooooril, taaaarín.". Incluso a veces nos toreábamos con las chaquetas. Unos minutos bien aprovechados...



Nos metemos tanto en nuestra conversación que me olvido de que estoy en clase, la tensión desaparece, y me encuentro feliz, hablando de cómo nos lo vamos a pasar... Pero de pronto, oigo la voz del profesor, ni siquiera nos habló, fue un "-Stuuuuu."; Miramos todos en su dirección y veo cómo me está mirando a mí. Me asusta, y acto seguido dice mi nombre y más palabras, pues sé que su boca se sigue moviendo, pero yo solo veo sus ojos mirándome. Estoy asustada, me paralizada y vuelve a desaparecer todo, sólo está él ante mí.

-(¡No me mires!).

Ahora puedo poner nombre a los sentimientos que sentía, pues los recuerdo con suma claridad, ya no estoy paralizada. 




Una niña de corta edad se asusta cuando su "profe" la pilla infraganti hablando con sus compañeros, lo sé, repito lo mismo, 20 años y me sigue pasando. Pero no era solo el susto...

Me hacía sentir un miedo terrible pensar que se refería a mí, sólo a mí. Haber llamado su atención me aterrorizaba, pensar que se dirigía a mí me hacía sentir frágil y expuesta, sola... Me hacía sentir asco de mi misma, pero... por qué.


 La situación no mejora mucho...

Me mira de arriba a abajo, por encima de sus gafas. 
Me estremece. 
Suelta un suspiro y luego sonríe mirándome otra vez a los ojos. 
Me siento repulsiva e inferior, insignificante y asquerosa. 
Desvía su mirada de mí, mira al frente, a la clase, riéndose, y vuelve a su trabajo. 
Vuelvo de mi pesadilla para encontrarme la realidad...
 La chica de "la élite", la primera en la fila, la dueña de las hojas que corrige el profesor, me mira riéndose con los brazos cruzados, y mueve la cabeza de lado a lado poniendo, antes de darme la espalda, cara de superioridad. 
Atónita, pues aún me estoy acostumbrando a la realidad y estoy intentando digerir que ha pasado, o más bien estoy tratando de olvidar como me ha hecho sentir el tutor...
Miro despacio a mis compañeros en sus pupitres... Algunos tienen la misma expresión de superioridad, otros simplemente se mofan y unos pocos me miran con lástima. 
Casi todos estos últimos, son con los que más me relaciono, también son los dueños de las miradas que más daño me hacen, pues sé que saben que es una injusticia, saben que no es verdad lo que el profesor dice de mí, pero callan... ¡Y qué podrían hacer! son niños asustados, no quieren ser ellos los siguientes. No les culpo, pero me hacen sentirme peor...


Tras esto, desvío la mirada a mi derecha, pues se mueve algo. El último de los "listos", sin ni siquiera mirarme a la cara, deja un espacio grande entre él y yo. 
Cabrían dos alumnos más, sin exagerar
Y termina dándome la espalda...

Cada vez más atónita y sintiéndome más sola y vulnerable por segundos. 
Miro a mi  amigo José, él ya me estaba mirando, como todos.
Pero su mirada no es la que me gustaría haberme encontrado... 

-(¿Lo sabes? sabes lo que siento... lo sabes todo... eres mi amigo...).

Y como prueba, me lo dice su mirada, ante la que imploro que no se vaya de mi lado: 

-(Tú no, por favor... no te vayas, no me dejes...)

Me piden perdón sus ojos, y se da la vuelta mirando hacia el profesor, y dándome, como todos, su espalda. 
Estoy destrozada. 

-(¿No hay nadie? ¿Nadie?). 

Echo otro vistazo suplicante a la clase. Todos siguen con sus trabajos como si nada... Unos sonrientes y satisfechos, otros temerosos, solo quieren olvidarlo y seguir con su tarea para jugar, o ser libres más bien. 


Y en mi cabeza millones de preguntas, todas ellas resumidas en una:

-(¿Por qué?)

Agacho la cabeza y miro mis manos:

 -(¿Son estas las manos de alguien tan malo?).

 Ahora me parecen las manos más sucias del mundo.

Encojo mis hombros y agacho mi cabeza aún más. Intento hacerme pequeñita. 
No quiero que nadie me vea, que nadie mire a la niña asustada y vulnerable que tienen delante, quiero desaparecer. 
Entonces veo la hoja que mis manos sostenían y sostienen...

-(La hoja de ejercicios que tiene que corregir el profesor... Los corregiría delante de mí, delante de todos...).

Otro momento malo llegará... Y volvió el súbito miedo a recorrer mi pequeño cuerpo. Voy al matadero, y como niña de 6 años... Sólo se me ocurre tapar mi hojita con mis manos temblorosas para que nadie la pueda ver... Estoy tan avergonzada de mi trabajo... La he escrito yo, la peor de la clase, la que todo lo hace mal... Estoy tan avergonzada de mi...

-(Seguro que está mal... seguro que me regaña...).

 Aunque eso es una minucia comparado con lo que de verdad me da miedo.


El pensar que tengo que estar cerca de aquel hombre malo, que él tocará mi hoja, que estaré a un palmo de él... Me hace sentir más miedo todavía, me hace sentir desnuda y muy vulnerable, estaré a su completa merced... Es repulsión lo que me evoca pensar en ello, él es quién me la genera, pero, entonces... ¿Por qué yo me siento tan sucia?





          


Parece que hay recuerdos que es mejor tenerlos bajo llave.



12/09/2017

Vuelo corto

Parece que algo me sigue reteniendo, que estoy atada a algo de lo que no logro soltarme… O quizá me falla el impulso ¿No tengo suficiente fuerza? Tal vez sea que mis alas están rotas y por eso no logre alzar el vuelo y dejar este páramo hastío y desolador …


Siempre fantaseo con lo que habrá fuera de aquí… Tengo la infame sensación de que cuando digo las cosas en voz alta, pasarán… Falsas esperanzas, y una lección que está visto que no aprendo, pues, no por decir “voy a hacer esto o aquello”, se lleva a cabo…

No sé si este sistema de falsa esperanza me ayuda o más bien me ancla más al abismo en el que me hallo; pues a veces creo que por fin he salido del agujero, estoy alzando el vuelo, pero como he partido de una construcción cimentada con falsos y huecos cimientos, no tarda en desmoronarse en una gran nube de polvo, y ante mis ojos vuelve a aparecer la realidad, la oscuridad en la que me hallo.


Los pájaros que cruzan el cielo azul brillante y acogedor, al que quiero ascender, se paran a mirarme y a hablar conmigo, día tras día, para que no me sienta sola, pero por mucho empeño que pongamos ambas… Me siento sola en mi penumbra, aunque esté rodeada de tanta belleza por encima de mi cabeza, tantos seres vivos, tanta vida… Y sigo en el agujero lleno de mentiras, miedos y falsas esperanzas… Mis pobres amigos cantan tristemente, se les acaba la paciencia para verme volar, ya pasaron muchos años, pero siguen ahí, con su firme cantar y, aunque ellos piensan que no me ayudan… la verdad es que, si lo hacen, ellos hacen que mire hacia arriba, me hacen ver la luz al final del túnel, me hacen ver que hay algo por lo que salir del subsuelo… Ellos sí que me dan el hormigón bueno para, así, poder crear mis cimientos sólidos.

Me siento tan agradecida a ellos, y a la vez siento que soy una piedra en su camino… Porque es a mí a quién toca volar, nadie puede volar por mí, yo debo alzar el vuelo… Pero ¿cómo? ¡¿Cómo?! Si cuando parece que, por fin, estoy tocando el sol, todo desaparece y sólo veo oscuridad… ¿Estaré rota de verdad?




Cuando apenas me había dado cuenta de que tenía alas, ya me lo decían algunos pájaros desde sus nidos… Me recordaban que no era “perfecta”, que no era igual que ellos, no encajaba…  Al principio, no les prestaba atención, pues creí tener a mi lado a un buen amigo en quién apoyarme, nada más importaba.  

Los graznidos cesaron como lo hacen los vientos fríos del invierno con la llegada de la cálida primavera…

No fue hasta que un cuervo adulto, quien se supone que nos enseñaba a batir las alas, volvía a elevar los fatales cantos contra mis pequeñas plumas… Desde ese momento, ya no cesarían y ya harían daño, aunque yo lo desconocía por completo.
         
           

Lo más cómico de esta historia, es que, el cuervo, ni si quiera sabía cómo me llamaba.




Y aún hay más. Dado que mi mejor amigo tenía miedo de que nos dejaran de lado las demás aves, nos acercamos a esos pájaros ruidosos, en vez de alejarme… Mi mejor amigo siempre tuvo problemas para relacionarse, así que decidí ser valiente y aguantar por él.

Si, aun teniéndolo delante no logré verlo hasta mucho, mucho tiempo después… Me costó bastante ver que mi apoyo, mi mejor amigo, no era ni mi amigo.

Ya nada me retenía, decidí que era de tontos seguir soportando más graznidos y picotazos, me alejé de las aves ruidosas, mi no amigo quiso seguir con ellas, no tenía mí mismo problema…


Pensé que, al alejarme, todo acabaría o al menos parte del suplicio acabaría, pero me equivoqué.




Al final me quedé sola, los graznidos de estas urracas hacían sordo mi canto ante las demás aves. Cuando lograba que alguna me escuchara… aparecían para llevársela bajo su ala.




Poco a poco mi canto se fue haciendo más sordo, imperceptible… pero nunca deje de cantar, aunque he de reconocer que el imperceptible sonido que emitía, era más bien un grito sordo de tristeza, pedía ayuda…

  

Todos los sentimientos apartados y guardados bajo llave que no permití que me afectaran, ingenuamente, más los que ya rebosaban en primer plano, implosionaron sumergiéndome en una oscuridad profunda y tenebrosa...





Con tiempo, y apoyo, logre dar mi primer vuelo, lo suficiente para salir de la oscuridad y para saber que sigue habiendo cielo y aves que lo surcan con sus miles de melodías, todas ellas amenizadas por el gigante de fuego que observa feliz y dichoso el jolgorio de la vida.





Sigo teniendo esperanza, me volveré a reunir con ellos… aunque ya no puedo volar, ¿se me habrá olvidado? No sé cómo, pero quiero ser parte de esa vida… 

Lo aprendido más los cantos esperanzadores de las aves buenas que oí en esa oscuridad, los guardé, a fuego, en mi memoria. Estos cantos esperanzadores junto a los de las aves que veo desde este hastío lugar en el que me encuentro ahora, serán mis cimientos sanos y firmes de los cuales ascenderé al azul de nubes y cantares. Pero, aún no sé qué les pasa a mis alas…

 


Sólo quiero volar, en el cielo mi dulce canción cantar, junto a mis queridos pájaros estar, y un día, al sol llegar.

 



16/05/2017

Este, mi mundo... Y, ojalá, ahora tuyo



Sin saber si debo pensar,  sin saber si debo imaginar,  sin saber si debo dejar aflorar el mundo que habita en mí…  Muchas personas dirán que sí,  otras tantas dirán que no,  y yo,  la creadora de este mundo  imperfecto,  como tantos otros,  sin saber qué hacer...


Es un mundo distante, parecido a la realidad pero sin ser real, un mundo diferente, donde todo es posible y nada es probable, un mundo en el que, los que saben ver más allá de lo que hay ante sus ojos, serán bienvenidos, y los que no… Mucho me temo que, este, mi mundo, no os dejara entrar…  









Es un mundo diferente para personas diferentes, de mente abierta, un mundo que necesita crecer y, gracias a las ideas de estas personas, lo logra, se expande en su infinidad. Pero, como ya he dicho, si eres de mente plana, no serás admitido, pues lo que este mundo busca es imaginación, fantasía, creación y no realidad o cosas ya hechas, si no alguien que quiera crear.




Este mundo mío, y puede que ahora tuyo, está abierto, nunca se cierra, pero solo es acto para personas que puedan vivir en el mundo real, pensar dos mundos, y soñar con uno sólo… 




Este es mi mundo ahora, ¿quieres entrar? Pues eleva el vuelo de tu mente y empieza a crear.





Este, mi mundo soñado, es infinito, déjate llevar, y crea conmigo este mundo surreal, refugio de muchos y puede que algún día real.

11/05/2017

Dos rosas rojas

Sol brillante y deslumbrante, campo verde repleto de pasión, árboles y flores en pleno auge de su esplendor, canto de aves cual serenata encantada... Todo su romanticismo encarnado me hace caer ante ella maravillada.

Primavera, tú qué la sangre altera y la vida nueva das... Nunca percibí tu presencia tanto como ahora, y aunque más efímera que en años pasados te has vuelto, disfrutaré de ti al máximo, porque siento que contigo una parte de mi florece y se hace fuerte.

Desde pequeña unida a ti por tu antojo, bellas flores pusiste en mi nuca y en mi frente, dos rosas rojas que solo se dejan ver ante tu presencia... siempre me pregunte por qué me marcaste así, y creo que ahora empiezo a entender.

05/05/2017

Nada es lo mismo




No es lo mismo un 1 que un 10, 
y mucho menos que un 100.

No es lo mismo ver que mirar u observar.

No es lo mismo oírte que escucharte,
y mucho menos  que sentirte a mi lado.

No es lo mismo pensarte que escribirte o hablarte.

No es lo mismo pasarlo bien que genial,
y mucho menos que pasar el tiempo a tu lado.

Porque quiero decírtelo:

No es lo mismo querer que amar.

Da igual todo,
nada es lo mismo sin ti.





03/05/2017

El año...


El invierno más cálido que viviré... Todo brillo, vida, alegría... Disfruté cada momento como si no hubiera un mañana. Después, una primavera sin vida, ni a los pájaros oí cantar... Un verano frío y oscuro, sin vrisas que me trajeran el olor a celebrar recién cortado... Y un otoño en blanco y negro, no eran las hojas lo único que caía... Ahora ya, otra vez invierno... Un invierno que se expone como el más triste y frío de mi vida... 

Vi como la luz que alumbraba mi vida se iba apagando ante mis ojos... 
Te marchitaste cual bella rosa de primavera,  te fuiste, como las golondrinas, en otoño, pero para no volver, a diferencia de estas gentiles aves...
 El frío y la humedad de esta primera nevada me hace recordar con amarga tristeza que ya no tendré más abrazos de los tuyos, de esos que me cargaban las pilas y me hacían  sentir segura ante cualquier​ cosa...  
Pensar que tan sólo en un año todo ha cambiado tanto... te fuiste a otro sitio dónde, estoy segura, ahora brilla el sol como nunca.

Algún día...



Amantes distantes como el eco de los infantes... El sonido de sus pisadas denota sus contrarias direcciones, más ellos persisten en su sueño.  






Llevan caminando mucho tiempo sin encontrarse realmente, sólo el reflejo de la persona amada, en el río que los une y a la vez los separa, les otorga las fuerzas para continuar, buscándose, y terminar, encontrándose. 


Pero los días, solos, pesan en sus corazones, su paciencia y esperanza les abandona poco a poco... En su lugar les llega la impaciencia y una profunda tristeza...






Algún día, tal vez lejano, tal vez cercano, por fin, los caminos de los dos amantes se encontrarán, y desde ese día, sólo un camino recorrerán, ambos juntos... 
ya nada sus manos entrelazadas, separará.


Hasta ese día, mi amor.

05/02/2017

Qué momento escoger...

Y si te dijera que puedes volver a vivir el pasado, sólo un momento de tu vida, un recuerdo pequeño... No presenciarlo como si estuvieras viendo una película en la pantalla de un cine, no, verlo, oírlo, sentirlo... como cuando estuviste allí, en primera persona.


Quizás escogerías un momento feliz, un recuerdo de tu infancia, un instante con una persona querida que ya no está, un abrazo de tu madre, un instante con tu familia o amigos, un juego con tus hijos o con tu querida mascota... O qué tal un recuerdo que has vivido pero no recuerdas: Tu nacimiento, alguno de tus primeros días... o quizás revivir un momento crucial, un momento en el que crees que tomaste una mala decisión, "-¿En qué me equivoqué?", ¿Podrás averiguarlo ahora?






Elige con prudencia, pequeño amigo, pues solo será uno, un pequeño lapso de tiempo que... ¿Podría cambiar tu vida ahora?

"- Justicia, eso es, pagar con mi vida, eso haré."


[...] -La muerte castigo no ser, más bien un regalo para el malhechor que el crimen cometió... con la muerte todo se va y, paraíso o no, con ella su pecado no espiará.


No, la muerte ser la salvación para ellos... no sufren, no se les castiga, no pagan por su error. La vida es su mayor tesoro, su única posesión valiosa, sí se la quitas... daño no les harás, pues, al cometer su crimen, bien claro dejaron que este magnífico don ninguna importancia tiene en ellos.
El pago es el castigo, basado en el sufrimiento... 



¡Oh sí! Vivirá, pero lo hará para desear morir... Es entonces cuando claro el mensaje le llegará, cuenta se dará de que la vida es el mayor don, La debió aprovechar mejor.

Así justicia se hará. [...]




"Mellizos alados"

Otra locura

Blanco y negro, día y noche, oscuridad y luz... Polos opuestos, lo contrario y a la vez lo mismo. Ambos necesarios para que el otro exista, ambos siempre enfrentados y siempre atrayéndose, cual imanes de polos opuestos. No, no hay principio sin final, ni final sin principio... Ambos siempre necesarios, justo en la distancia perfecta, la opuesta, la contraria, la justa... y en el medio... el todo, el universo, la existencia, la muerte, el sin fin de todo y nada a la vez...
     






 A de haber siempre dos opuestos para que haya siempre un en medio...

Yo las envidio a las dos


Ella la envidiaba porque tenía alas, podía volar, y la otra la envidiaba porque no las tenía, podía bailar sin tropezarse...


Las dos se envidiaban mutuamente por anhelar lo que la otra tenía... Ninguna se daba cuenta del propio don que ya poseía.